lunes, 21 de noviembre de 2011

El regreso al camino.

Ya está todo dicho acerca de la guerra y ahora hay que hablar acerca de la vida y lo que queda de esperanza. Como podéis haberos imaginado, la muerte de Pabrich tuvo una influencia inmediata sobre los dragones que hostigaban a los rebeldes que intentaban tomar Berlín. Tuvo influencia sobre los zombies cuyo control se pugnaban los espíritus de nuestros amigos muertos. Tuvo influencia sobre las mismas murallas de la ciudad fortaleza.
Yo no voy a tratar mucho sobre esos asuntos porque me retiro de ellos en cierto modo. En otro modo, estaré más presente que nunca, como ahora veréis.
En cuanto acabó la batalla tuve un pensamiento tan claro como la sangre que salpicaba mis manos y mi ropa de combate: "Quiero volver a casa".
Como sabéis, yo ya no tengo casa. Tengo una tumba que visitar cerca de Santa Elena, en el desfiladero de Despeñaperros.
Así que no presté mucha atención a los dias que sucedieron  aunque participé en algunas reuniones importantes y ayudé a levantar un par de muros y organicé un par de expediciones para intentar limpiar los alrededores de zombies. Porque estos no se cayeron muertos, sino que deambulan maquinando no sé qué estúpidas venganzas como si el espíritu vengativo de Pabrich se hubiera quedado con ellos. Da qué pensar.
Los demonios supervivientes tampoco se han ido. Forman parte ahora de nuestra fauna. Especies en vías de extinción, o especies foraneas que amenazan la fauna atutóctona. Lo veremos...
Blanca es muy importante ahora mismo en la reconstrucción del mundo. Rebeca no quiere ninguna responsabilidad de ese tipo, aunque no sé si finalmente tendrá que aceptar alguna. Mientras tanto, hemos acordado decir que fue espiga de arroz, la espada maldita, la que mató a Pabrich. No quiere admiradores que se vayan a tomar las cosas como aquel tipo que quería tanto a John Lennon.
Rolando sigue con ella, por supuesto. Ojalá tengan una vida de algún tipo. Se lo merecen. Creo que todos nos lo merecemos.
Yo voy camino de Santa Elena y llevo conmigo un mechón de pelo de mi amigo Andy. Lo llevo en un collar colgando cerca de mi corazón. Intenté visitar la tumba de Hidalgo, pero parece que alguien la ha mancillado y no podemos encontrar su cuerpo.
Eso merece venganza, pero cada cosa tendrá su  tiempo.
Hago mi camino en dirección a Santa Elena para hablar frente a la tumba de mi niña y mi mujer, mi Lorena y mi Lucrecia, aunque sé que no me quedaré demasiado tiempo junto a ellas.
Este camino que recorro, es una frontera entre lo que  puede ser civilizado y el horror que sigue poblando el mundo. Todos hemos oído leyendas de caminos malditos, caminos que si los cruzan los humanos pueden encontrarse con fantasmas, con vampiros, con la Santa Compaña.
Este camino que une Despeñaperros con Berlín, será mi camino. Y cualquier demonio que lo cruce lo hará con temor de encontrarse con Hidalgo, su corcel y su espada maldita. Ellos nunca sabrán si estoy cerca o estoy lejos, pero poblaré el camino de estacas y de sus cabezas. Ya sólo sirvo para matar y espiga de arroz me ha poseído completamente.
Soy un espíritu del camino.
Y creo que no volveré a hablar con palabras que no salgan de mi espada y que no estén escritas con sangre.

domingo, 6 de noviembre de 2011

Acerca de hombres muertos

Voy a hacer caso de lo que me han dicho y escribiré aquello que sólo yo pude ver, ese día, rodeado de muerte retorcida y aullante.
Los hombres tiernos e inexpertos caían como hierba cortada mientras los recios y experimentados permanecíamos en pie tajando y empujano y rezando, supongo que algunos, porque nada de aquella sangre podrido nos cayese en la boca o en las heridas.
Yo avanzaba finalmente sin mirar atrás por el patio de armas de aquella fortaleza. Cada uno de los asaltantes podemos contar nuestra propia historia de horror de supervivencia. Me perdí de mi grupo y estuve más de una hora defendiéndome con Espiga de Arroz sobre una furgoneta. Mis hombre fieles, los hombres a los que había devuelto recientemente su voluntad y su alma, me encontraron cuando ya estaba arrástrándome, pegando patadas y gritando de pura rabia.
Entonces los muertos vivientes comenzaron a destrozarse entre ellos y el Ejército del Dragón se puso en formación de combate mientras en los cielos los dragones luchaban contra las hordas voladoras de Blanca Cueto.
Ganamos una puerta escoltada por columnas de acero, cerrada a cal y canto, pero que nos sirvió de parapeto contra los disparos de rifle del enemigo. Uno de mis hombres tenía un revólver y otro una escopeta de cañones recortados, pero les ordené que guardasen la munición. En cierto momento dejamos de sentirnos acosados por los disparos y cuando me atreví a mirar pude darme cuenta de que los chicos de la mano vacía habían tomado las azoteas de los barracones, arrojando por la cornisa o rompiendo el cuello de los francotiradores del Dragón.
Espiga de Arroz vibraba constantemente en mi mano y yo acertaba a preguntarme: "¿eres Brau, o Hidalgo, o la Sombra?".
Entonces vi algo que me pareció prodigioso. Andy se había abierto paso entre las filas del ejército enemigo y corría hacia mí con tal velocidad que sus pies no parecían tocar el suelo. De hecho, no lo tocaban. Pensé que sólo un músico podía estar tan loco, dado que iba a pie y no llevaba armas. Salimos a cubrirlo y entramos en esa portada metálica y, cuando quise pasar el brazo por su hombro, lo atravesé como se atraviesa la luz de una proyección.
Me pegué contra la pared, aterrado. Uno de mis hombres bajó la mirada, consciente de que Andy no era más que un fantasma.
Ni menos que un fantasma.
- Amigo - me dijo - ha llegado la hora de que nos separemos. Mi cuerpo está en el patio de armas destrozado a machetazos.
Apreté los dientes por toda respuesta, así de cobardes somos los valientes.
- La profecía es falsa; es lo que he venido a decirte, Rodrigo. Tienes que impedir que Rebeca sacrifique a Rolando.
Negué con la cabeza igual que un niño niega que sus padres le hayan vendido a unos violadores, pero Andy levantó sus manos en forma de copa como si fuese a acariciarme la mandíbula.
- Salva a Rolando. Salva el mundo.
Y desapareció. La última imagen que me regaló de sí mismo fue una sonrisa de sincera amistad, de amor, según creo.
La profecía era falsa y mi amigo había muerto para contármelo. Había acudido a mí, y no a otro.
Y la Sombra mentirosa y traidora reposaba en la espada que había en mi mano.
Rugí como el león que dicen que soy y la golpee con toda mi fuerza contra el suelo de mármol de aquella plaza, pero la espada no se rompió.
Vibró con tal fuerza que sentí que mis hombros querían romperse y mis dientes volver dentro de las encías. El suelo se quebró con claridad formando una linea de al menos veinte metros. Salió luz de mi espada durante unos instantes y su vibración se tornó en la súplica de ayuda que mi corazón pedía.
La única persona que tenía tanto poder como para abrirme paso hasta la guarida de Pabrich.
Sahira zu Monoi o, como yo siempre la he conocido.
Blanca.

viernes, 7 de octubre de 2011

ESTÁN LOCOS COMO LIEBRES EN MARZO

Hemos estado huyendo estos días.
Insólito. Los Hijos del Caos están realmente mal. Son peligrosos. No me refiero en un sentido cotidiano de la palabra. No creen en nada pero cuando deciden algo es como si Dios hubiese bajado a ordenarlo.
Supongo que ya sabéis que esta gente piensa que hay que hacer siempre algo aleatorio, para no ceder poder ante los tiranos y no permitir un desequilibrio en las fuerzas del universo y no sé qué historias más.
Bien, han decidido que van a ir contra el Ejército del Dragón. El que está venciendo a los demonios, exactamente.
Andy ha estado bastante cerca de sufrir un desequilibrio importante estando con estos tipos. Creo que lo estaban hipnotizando. La noche que huímos tuve que darle con el mango de espiga de arroz en la cabeza para dejarlo blando y que duiéramos atarlo a un caballo.
Hidalgo fue el primero en escaparse para no entorpecernos la huída. Le dimos por perdido en un desfiladero, pero él realmente se arrastró durante cientos de metros entre los arbustos hasta una yegua que habíamos preparado previamente. Se llevó los ordenadores y ha estado esperándonos durante días, girando en torno al punto de encuentro, cazando lo que podía desde la silla de la yegua y subsistiendo con un par de cantimploras.
Bueno, creo que no nos queda otra que ir a encontrarnos con el Ejército del Dragón para avisarles de que un muy importante contingente de alucinados están recultando a los demonios que tienen más entendederas para ir a hacerle frente en los más pintorescos modos: cambiar las señalizaciones de las carreteras, destruir puentes, arrojar bolsas anegadas de piojos con ballestas.
Según las últimas noticias que tuve, por supuesto, no se plantean lo que parecería mas lógico, que es usar su potencial armado para una guerra de guerrillas.
No os lo había dicho antes, pero este ejército de bufones cuenta actualmente con doce mil unidades capaces y llevan encadenados a unos doscientos demonios entre lagartos y putas voladoras, en la esperanza de poder meterles en la mollera que tienen un enemigo común.
Están haciendo buenos a los calvinistas, estos locos hijos de puta.

viernes, 9 de septiembre de 2011

Un milagro bajo el sol inclemente

Creo que después de todos estos días de prodigios y desgracias, lo más milagroso y quizá alucinante (capaz de ser descrito como una alucinación) fue encontrarnos con Braulio y Adela en medio de la planicie de Castilla la Mancha. Que digo yo que será esto.
Porque hay unos hijos de la gran puta llamados Hijos del Caos que han sobrevivido a la guerra contra los demonios tan sólo para dedicarse a joder todas las señales de tráfico y de señalización que se encuentran a su paso.
El caso concreto es que había llegado un momento en que ni yo mismo podía decidir si estábamos persiguiendo a los Hijos del Caos o buscando a Hidalgo (y en esto debo decir que Andy estaba más enfadado que yo, como si la gota que hubiese colmado el vaso fuese una simple gamberrada). Los caballos campaban un campo seco como sus propios lomos, a la sombra discontinua de unos molinos de viento, cuando oímos un silbido magnífico.
Adela y Brau iban montados en un carro tirado por caballos y se habían plantado en una carretera secundaria para descansar un poco con unas sombrillas.
Cuando llegamos comprobé con gusto que Brau ya casi parecía una persona; osea, al menos vuelve a parecer un yonqui.
Ellos también están buscando a Hidaglo y al parecer Brau tiene un método mágico para rastrearlo. No quiero ni saberlo.
Por supuesto, nos hemos unido y ahora marchamos hacia un castillo abandonado. No sé si lo sabéis, pero Castilla recibe su nombre de los castillos. Ellos estaban buscando a una sombra que no es otra cosa que el poder humanizado y perdido de Hidalgo para predecir asuntos de mierda, así que esta cosa según parece quiere volver a la vida a la que estaba acostumbrada como si fuese un vampiro.
Y los vampiros viven o noviven en castillos, ¿verdad?
Hablando de leyendas... mi espada está empezando a volverse rara. Mucha sangre en su cuenta, supongo. Tengo que intentar contactar con el chino arrepentido que nos la devolvió. La espada me habla por las noches, cuando estoy a punto de coger el sueño, me habla suave; creo que me habla con la voz de Lorena.
Quizá no sea la mucha sangre que he vertido con ella lo que ha activado la espada. Quizá sea la muerte de mis seres queridos.
Ya veremos.

domingo, 4 de septiembre de 2011

DOLOR

Creo que es hora de dar la cara y de dar la cara sobre todo al inmenso dolor que siento por la muerte de mi pequeña. Y de mi mujer también, qué vamos a hacerle.
Sí, ahora estoy poco menos que vacío, y todo por culpa de un mocoso, un niño de esta aldea en la que llevamos ya una semana que no tuvo otra ocurrencia que poner su mano encima de mi mano, sin decir nada.
Ocurrió después de que yo discutiera con todo el mundo. Mi horda de hombres muertos se me reveleaba como si yo les hubiese dado permiso para recuperar sus almas. Decían que no hablaban para sí mismos, pero que querían parar por Andy, por su melancolía, porque todos los hombres tienen derecho a un descanso, porque no somos los únicos peleamos pero quizá sí somos los únicos que peleamos todos los días.
Los mandé al carajo, derribé una mesa e incuso saqué la espada. No sé si la gente de estas cabañas estaba más asustada o menos cuando la zona estaba rodeada de monstruos.
Luego salí a fumarme uno de esos raros cigarrillos que llevamos, que parece un palo y sabe a hierba seca.
El niño se sentí al lado mío en un tocón tumbado y me puso la mano encima de la mano.
Nadie me había tocado desde que Lorena me dió un beso la mañana que murió.
Fue como el pecho me temblara sólo. Luego solté una especie de carcajada, creo, y le cogí la mano al niño y me la llevé a los labios. Entonces rompí a llorar.
La madre salió a llevárselo al poco tiempo, claro está.
Yo no he vuelto a entrar hasta hoy por la mañana, aterido de frío y vacío, como he dicho antes.
Le he preguntado a mis hombres qué debemos hacer. Andy se me ha acercado y me ha dado un abrazo corto y fuerte. "Vamos a dejar de matar durante uno días", me ha dicho.
Le he dicho que me parecía. Creo que todo lo que hay al Sur de Sierra Morena es ahora mismo el lugar más seguro del mundo y nosotros debemos viajar, sin matar, rápidos, porque me temo que un amig necesita nuestra ayuda.
¿Dónde cojones está el tullido Hidalgo?
No quiero perder más gente.
Mi grupo de hombres muertos, aunque han sido liberados de su deuda, han decidido seguirnos.

domingo, 7 de agosto de 2011

Tú que estás mirando.

Tú que estás mirando lo que escribo, he querido dedicarte unas lineas.
He retomado las teclas para dirigirme a ti, así de importante te has vuelto en nuestras vidas. Supongo que sabes que hace tiempo que no escribo nada. Supongo que sabes que han muerto mi hija y mi mujer recientemente. No sé si llevas tanto tiempo leyéndome como para saber lo que eso significa para mí.
Pregunta a tus espías.
¿Acaso piensas que están muertos? ¿Acaso piensas que ese patán tatuado se pudo tirar bajo las ruedas de un vehículo? ¿Acaso piensas que tratas con niños?
Tú que estás mirando lo que escribo desde hace tiempo y que has mandado a tus hordas a invadirnos, que has estado cultivando este plan desde hace décadas, debo decirte que creo que te has equivocado de lugar.
No sé si has oído que la gente de Numancia prefirió quemarse en su propia ciudad antes de ser esclavizados por el enemigo. No sé si has oído que en El Álamo prefirieron luchar hasta el final antes de rendirse. Quizá no has oído hablar de la batalla en el desfiladero de las puertas de fuego. Quizá nunca has oído la palabra bansai.
¿Dónde pensabas que venías?
¿Piensas que vosotros sois los monstruos que habéis llegado a convertir nuestro mundo en un cenicero en el que poder revolcaros?
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Te hablaré de monstruos. Durante horas he torturado a tu espía. Lo he conseguido mantener vivo a pesar de que las tripas no estaban ya dentro de su cuerpo. ¿Hacéis sacrificios a vuestros dioses? ¿Te sacrifican gente para que vengas? Nosotros ya hemos hecho eso.
Aquí mutilamos a las hembras por costumbre. Usamos a los civiles como escudo humano para defender nuestras posiciones confiando en la humanidad del enemigo, que generalmente no tiene humanidad.
Envenenamos también las aguas del oponente, pero también a sus pastos y a sus personas.
Aquí cubrirmos los campos de los imperios vencidos con sal, para que nunca más crezca el cultivo.
Así de profundo odiamos.
¿Piensas que sois unos monstruos cuya sola presencia nos dejarás paralizados?
Yo tengo una guardia personal de hombres muertos.
Nosotros lanzamos las cabezas cortadas de nuestros enemigos por encima de sus muros.
Seréis vosotros los que hablaréis de los hombres en susurros.
Nosotros cortamos las cabezas de vuestros gigantes y les arrancamos sus piedras de poder. ¿Pensabas que una misma mujer podría acabar con dos de tus monois y colgarse sus trofeos del cuello? ¿Qué le dirás a tus tropas para que se atrevan a buscarla y matarla?
Os robamos el poder como si fuera el hálito de un ahorcado. ¿Dónde te esconderás para que no podamos tocarte y arrebatarte tu fuego y tu gloria? Con el sólo roce de una mano. ¿Lo vas sintiendo?
Nosotros somos dioses del fuego y del rayo, podemos mover las rocas con la mente.
Nosotros siempre sobrevivimos, podemos comer carne muerta, raices y acabaremos acostumbrándonos al sabor de vuestras tripas si arrasáis nuestros cultivos. Ya lo hemos hecho antes.
No hemos conocido sino la guerra y, en cuanto hayamos acabado contigo, volveremos a mirarnos unos a otros y volveremos a matarnos. Reconstruiremos nuestro mundo no porque seamos buenos, sino porque preparamos nuestras murallas y nuestras armas para la próxima guerra.
Nosotros empalamos vivos a nuestros enemigos, violamos a sus mujeres y nos comemos a sus hijos.
¿Piensas que sabes donde estamos? ¿Por qué? ¿Porque lo hemos escrito? ¿Porque escribimos cosas para mostrar nuestros sentimientos? Nosotros aprendemos a mentir antes que a hablar.
Hemos traido tanza y cuerdecillas de esparto, aguja y material de encurtir para hacer trofeos con tu ejército. Todos tenemos alguien a quien vengar. Tú habrás conocido el hambre, pero no la venganza.
Aún no has entrado, ¿verdad? ¿Piensas hacerlo? Bienvenido seas, estoy deseando encontrate.
¿O piensas que nos esconderemos de ti?
Te hemos preparado un recibimiento especial, así de importante te has vuelto en nuestras vidas.
Este es tu principal error, Rey de las profundidades, pensar que nos conoces porque nos espías.
No has venido a traernos el infierno a nuestra casa.
Eres tú el que ha caído en el infierno.

sábado, 18 de junio de 2011

EL VUELO DE LOS DRAGONES

Yo tenía unos doce años cuando vi una película de dibujos animados en un especial que emitieron aquellas navidades en la tele. Todas las mañanas echaban una película de dibujos, Corre Meros, Drácula, Colmillo Blanco... Y El vuelo de los Dragones. Recuerdo un par de cosas de esa película. Una de ellas era al tigre que hablaba enfrentarse a un gusano gigante y decir algo así como que "esta noche, el tigre cenará gusano o el gusano cenará tigre". Y la otra era un duende enfrentarse con una flauta la regreso de los dragones. Tocó la flatua mientras se acercaban y los dragones se durmieron...
Hoy me he acordado de esa película por algo que ha sucedido y, ya que en principio comencé este blog, este diario, para contar la verdad, la verdad es que en el día de hoy Andy ha salvado la vida de mi hija Claudia.
Conoceis esas cosas que parecen sacadas de un tatuajes gótico o de una novela de Geralt de Rivia, esas lamias con alas como de lona negra que se posan en un poste de teléfono allá donde haya un atasco de tráfico para comenzar a recoger carnaza humana viva. Bien, pues una de esas cosas ha planeado hacia nosotros tan silenciosa como un buho y ha cogido a mi hija por los hombros. Yo me he vuelto como un demonio y he agarrado a Claudia por las piernas y he forcejeado aunque creía que podía romper a mi hija por la mitad y reconozco que en aquel momento me importaba más que no se la llevaran a que sobreviviera. Entonces esa cosa me ha dado un coletazo o un manotazo y me ha tirado al suelo. Mi mujer ni siquiera podía gritar.
La cosa comenzó a levarse en serio con Claudia cuando se ha detenido en el aire porque estaba oyendo música. Todos la oíamos. Algo parecido a la música. Andy estaba tocando el violín de tal modo que parecían los silbidos de la lamia. El bicho se ha quedado aleteando a cuatro o cinco metros sosteniendo a Claudia con las patas traseras. Andy tenía los ojos cerrados y los gritos de su violín han ido derivando sutilmente en una música nostálgica, triste y, milagrosamente, centímetro a centímetro, la lamia ha ido descendiendo como si no se diese cuenta, cada vez más cerca del muchacho.
Los pies de mi hija tocaban ya el suelo.
Me he acercado por detrás y he atacado con la espada. Le he dejado la cabeza colgando de un golpe y la lamia ha soltado a mi hija y ha intentado elevarse de nuevo. Le he cortado en la barriga y antes de que me agarrase la he cogido por un ala y he vuelto a cortar. Y cuando la he tenido en el suelo he vuelto a cortar hasta dejarla sin cabeza.
Andy le ha salvado la vida a mi hija.
Seguimos en el camino.
Nos aproximamos a un centro comercial en mitad de una autopista y comienza a caer la tarde.