domingo, 7 de agosto de 2011

Tú que estás mirando.

Tú que estás mirando lo que escribo, he querido dedicarte unas lineas.
He retomado las teclas para dirigirme a ti, así de importante te has vuelto en nuestras vidas. Supongo que sabes que hace tiempo que no escribo nada. Supongo que sabes que han muerto mi hija y mi mujer recientemente. No sé si llevas tanto tiempo leyéndome como para saber lo que eso significa para mí.
Pregunta a tus espías.
¿Acaso piensas que están muertos? ¿Acaso piensas que ese patán tatuado se pudo tirar bajo las ruedas de un vehículo? ¿Acaso piensas que tratas con niños?
Tú que estás mirando lo que escribo desde hace tiempo y que has mandado a tus hordas a invadirnos, que has estado cultivando este plan desde hace décadas, debo decirte que creo que te has equivocado de lugar.
No sé si has oído que la gente de Numancia prefirió quemarse en su propia ciudad antes de ser esclavizados por el enemigo. No sé si has oído que en El Álamo prefirieron luchar hasta el final antes de rendirse. Quizá no has oído hablar de la batalla en el desfiladero de las puertas de fuego. Quizá nunca has oído la palabra bansai.
¿Dónde pensabas que venías?
¿Piensas que vosotros sois los monstruos que habéis llegado a convertir nuestro mundo en un cenicero en el que poder revolcaros?
JAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJAJA.
Te hablaré de monstruos. Durante horas he torturado a tu espía. Lo he conseguido mantener vivo a pesar de que las tripas no estaban ya dentro de su cuerpo. ¿Hacéis sacrificios a vuestros dioses? ¿Te sacrifican gente para que vengas? Nosotros ya hemos hecho eso.
Aquí mutilamos a las hembras por costumbre. Usamos a los civiles como escudo humano para defender nuestras posiciones confiando en la humanidad del enemigo, que generalmente no tiene humanidad.
Envenenamos también las aguas del oponente, pero también a sus pastos y a sus personas.
Aquí cubrirmos los campos de los imperios vencidos con sal, para que nunca más crezca el cultivo.
Así de profundo odiamos.
¿Piensas que sois unos monstruos cuya sola presencia nos dejarás paralizados?
Yo tengo una guardia personal de hombres muertos.
Nosotros lanzamos las cabezas cortadas de nuestros enemigos por encima de sus muros.
Seréis vosotros los que hablaréis de los hombres en susurros.
Nosotros cortamos las cabezas de vuestros gigantes y les arrancamos sus piedras de poder. ¿Pensabas que una misma mujer podría acabar con dos de tus monois y colgarse sus trofeos del cuello? ¿Qué le dirás a tus tropas para que se atrevan a buscarla y matarla?
Os robamos el poder como si fuera el hálito de un ahorcado. ¿Dónde te esconderás para que no podamos tocarte y arrebatarte tu fuego y tu gloria? Con el sólo roce de una mano. ¿Lo vas sintiendo?
Nosotros somos dioses del fuego y del rayo, podemos mover las rocas con la mente.
Nosotros siempre sobrevivimos, podemos comer carne muerta, raices y acabaremos acostumbrándonos al sabor de vuestras tripas si arrasáis nuestros cultivos. Ya lo hemos hecho antes.
No hemos conocido sino la guerra y, en cuanto hayamos acabado contigo, volveremos a mirarnos unos a otros y volveremos a matarnos. Reconstruiremos nuestro mundo no porque seamos buenos, sino porque preparamos nuestras murallas y nuestras armas para la próxima guerra.
Nosotros empalamos vivos a nuestros enemigos, violamos a sus mujeres y nos comemos a sus hijos.
¿Piensas que sabes donde estamos? ¿Por qué? ¿Porque lo hemos escrito? ¿Porque escribimos cosas para mostrar nuestros sentimientos? Nosotros aprendemos a mentir antes que a hablar.
Hemos traido tanza y cuerdecillas de esparto, aguja y material de encurtir para hacer trofeos con tu ejército. Todos tenemos alguien a quien vengar. Tú habrás conocido el hambre, pero no la venganza.
Aún no has entrado, ¿verdad? ¿Piensas hacerlo? Bienvenido seas, estoy deseando encontrate.
¿O piensas que nos esconderemos de ti?
Te hemos preparado un recibimiento especial, así de importante te has vuelto en nuestras vidas.
Este es tu principal error, Rey de las profundidades, pensar que nos conoces porque nos espías.
No has venido a traernos el infierno a nuestra casa.
Eres tú el que ha caído en el infierno.