viernes, 7 de octubre de 2011

ESTÁN LOCOS COMO LIEBRES EN MARZO

Hemos estado huyendo estos días.
Insólito. Los Hijos del Caos están realmente mal. Son peligrosos. No me refiero en un sentido cotidiano de la palabra. No creen en nada pero cuando deciden algo es como si Dios hubiese bajado a ordenarlo.
Supongo que ya sabéis que esta gente piensa que hay que hacer siempre algo aleatorio, para no ceder poder ante los tiranos y no permitir un desequilibrio en las fuerzas del universo y no sé qué historias más.
Bien, han decidido que van a ir contra el Ejército del Dragón. El que está venciendo a los demonios, exactamente.
Andy ha estado bastante cerca de sufrir un desequilibrio importante estando con estos tipos. Creo que lo estaban hipnotizando. La noche que huímos tuve que darle con el mango de espiga de arroz en la cabeza para dejarlo blando y que duiéramos atarlo a un caballo.
Hidalgo fue el primero en escaparse para no entorpecernos la huída. Le dimos por perdido en un desfiladero, pero él realmente se arrastró durante cientos de metros entre los arbustos hasta una yegua que habíamos preparado previamente. Se llevó los ordenadores y ha estado esperándonos durante días, girando en torno al punto de encuentro, cazando lo que podía desde la silla de la yegua y subsistiendo con un par de cantimploras.
Bueno, creo que no nos queda otra que ir a encontrarnos con el Ejército del Dragón para avisarles de que un muy importante contingente de alucinados están recultando a los demonios que tienen más entendederas para ir a hacerle frente en los más pintorescos modos: cambiar las señalizaciones de las carreteras, destruir puentes, arrojar bolsas anegadas de piojos con ballestas.
Según las últimas noticias que tuve, por supuesto, no se plantean lo que parecería mas lógico, que es usar su potencial armado para una guerra de guerrillas.
No os lo había dicho antes, pero este ejército de bufones cuenta actualmente con doce mil unidades capaces y llevan encadenados a unos doscientos demonios entre lagartos y putas voladoras, en la esperanza de poder meterles en la mollera que tienen un enemigo común.
Están haciendo buenos a los calvinistas, estos locos hijos de puta.